El pasado 2 de diciembre, Cero en Conducta celebró el cierre del tercer taller en colaboración con la red francesa de cine y educación, “Cinema Cents Ans de Jeunesse” (CCAJ). El evento se realizó en el Liceo Gabriela Mistral de Independencia, el mismo establecimiento en donde trabajaron durante el año. Este hito se conmemoró con el visionado del cortometraje final.
El corto titulado “Los fantasmas gabrielinos” es el resultado del esfuerzo de los talleristas y alumnos del Liceo Gabriela Mistral. Una mezcla entre ficción y realidad, la obra retrata los supuestos fantasmas que deambulan por el liceo y las teorías de los alumnos acerca de estos espectros.
Este relato se construyó alrededor de un recurso narrativo en específico, tal como los talleres anteriores de CCAJ. Este año se trabajó con los motivos en el cine, es decir, elementos recurrentes con un significado especial dentro de la historia. Los alumnos utilizaron las sillas, los árboles y los espejos para explorar la naturaleza fantasmagórica en los establecimientos educacionales
Este corto es el fruto del trabajo realizado entre marzo y mayo de este año, un taller con una duración más acotada de lo normal. Por esto, los talleristas Francisca Soto y Nicolás Guzmán, en conjunto con la Coordinadora de proyectos del colegio Tania Muñoz, decidieron enfocarse desde un principio en el corto final, “hicimos harto énfasis en que íbamos a hacer un cortometraje final que fue una cosa que los entusiasmaba mucho curso”, comentó la tallerista Francisca Soto.
Este esfuerzo culminó con el visionado, que fue una grandiosa oportunidad de llevar la experiencia del cine a las salas de clases. Tal como fue mencionado el tallerista Nicolás Guzmán, “hicimos una función de cine con todos los niños en el liceo, con todos los cortometrajes que hemos hecho en el liceo. Llevamos proyectores y pusimos cabritas de maíz para que fuera como una experiencia lo más similar a una sala de cine”.
La recuperación de la esencia
A través de los últimos años, Cero en Conducta ha cultivado una bonita relación con el Liceo Gabriela Mistral, lo que ayudó que el proceso de la convocatoria fluyera con mayor facilidad. “Organizar el taller siempre cuesta, las instituciones escolares son complejas de acceder. El trato que ya tenemos con el colegio por tercer año consecutivo, nos abre la puerta para hacer una convocatoria más fácil”, comentó Francisca.
Existía un hambre de continuar con esta colaboración tanto del establecimiento como de Cero en Conducta. “En el colegio ellos detectaron que había una necesidad de hacer cosas (…) el taller de cine ayuda a los alumnos a distraerse, a ser creativos, y en ese sentido, fue una excelente oportunidad”, agregó la tallerista.
La convocatoria llegó a reunir a cien jóvenes interesados en participar, con 40 alumnos que asistían de manera regular a las clases. Este año fue muy especial para Cero en Conducta ya que fue la primera versión presencial de este taller, esto creó una magnífica dinámica al momento de trabajar junto a los niños.
“Fue maravilloso poder hacer un ejercicio y rodar en conjunto en el liceo, así que yo creo que fue una experiencia muy enriquecedora. Poder montar en las salas con ellos, vernos cara a cara, tener la experiencia colectiva de las salas de cine, ver las películas. Creo que esas son cosas que hacen importante de nuestros talleres y es muy positivo haberlo recuperado”, afirmó Nicolás Guzmán.
Los talleres no solo se caracterizaban por el trabajo en conjunto para formar un cortometraje, sino que se creaba un espacio muy apreciado por los jóvenes. Los talleristas se aseguraron de crear un espacio seguro donde los alumnos pudieran desarrollar sus ideas, creatividad y opiniones. Francisca Soto afirmó que los chicos le dijeron que dentro del taller podían ser ellos mismos.
Se alentó el desarrollo de una mirada crítica y análitica dentro de las sesiones, “los hicimos muy partícipes de reflexiones y críticas respecto al material que ellos iban grabando y todas esas reflexiones fueron parte del cortometraje final”, señaló la tallerista.
De igual forma, se cultivó una nueva perspectiva en los jóvenes, la capacidad de pensar en imágenes. “Pensar cinematográficamente es algo muy distinto a como se piensa en escritura, matemáticas, música, etcétera. Entonces, creo que esa es la mayor riqueza que se pueden llevar de los talleres, entender otra forma de pensar”, aseguró el tallerista.
La sed insaciable del futuro
Con una experiencia ya terminada, donde solo queda reflexionar, aprender y sacar conclusiones, Francisca y Nicolás aprecian el trabajo realizado en los talleres de CCAJ, “como equipo siempre estamos sedientos del próximo año, como que nunca quedamos satisfechos con la experiencia, siempre queremos probar cosas nuevas”, afirmó Francisca Soto.
La tallerista afirmó que siempre han recibido buenos comentarios del trabajo que hacen en las clases en colaboración con CCAJ. Estas apreciaciones vienen tanto de los alumnos, como de la red internacional a la que pertenecen.
Los alumnos no son los únicos que recogen conocimientos de esta dinámica cinematográfica, sino que los educadores también aseguran que es una experiencia enriquecedora para ellos. “Aprendemos mucho de los propios ejercicios que los participantes realizan, pero también aprendemos de cómo relacionarnos con la escuela”, afirmó Nicolás Guzmán.
Además, aprendieron a consolidar la continuidad del proyecto dentro de un establecimiento y que los talleres sean sustentables. Gracias a esto, logran generar interés año a año, tener un trabajo sostenido y poder difundirlo dentro de la comunidad, de acuerdo a lo afirmado por el tallerista.
Si bien, esta colaboración con CCAJ cuenta con tan solo tres años de realización, Cero en Conducta tiene el anhelo de seguir creciendo y expandir esta experiencia, y de esa forma llegar a Francia con el resto de los colegios que pertenecen a la red. Francisca afirma que lograr viajar sería un intercambio cultural tremendo que beneficiaría enormemente a los alumnos.
“Se requiere fortalecer este proyecto, a fin de encontrar nuevos aliados que nos permitan financiar las etapas complejas cruciales. Esperamos conseguir llevar a la profe y al menos dos alumnos para que ellos en sus propias palabras presenten sus cortos finales”, concluyó Francisca.
“Tenemos esperanza de que el próximo año tengamos hartas y hartos interesados en participar. Estamos luchando por mantener nuestra continuidad en CCAJ, que no es sencillo porque es un programa muy caro de participar ya que implica viajes, etcétera. En general los talleres los hacemos con nuestro propio esfuerzo, pero creemos que vale la pena”, cerró Nicolás.