Por: Ernesto Ávila
Seminario Experiencias de Cine en la Escuela
Diplomado en Cine y Educación
Facultad de Comunicación e Imagen, Universidad de Chile
*Estos ensayos son resultado de participación en «Seminario pedagogías del Cine»
Una de las grandes interrogantes que han surgido en mi devenir pedagógico es precisamente cómo aprenden las personas, cómo hago yo como docente para que las y los estudiantes que están junto a mi en el aula efectivamente aprendan, no solamente desde una mirada instrumentalista, en la cual inmóviles, tienen que adquirir los conocimientos fácticos que les estoy proyectando en relación a un tema, probablemente, ajeno a su realidad, sino que por el contrario, un aprendizaje significativo que interpele a todos quienes estamos en el aula buscando precisamente el dinamismo propio del conocimiento. Es en ese sentido, mi búsqueda necesitaba actividad, energía, movilizar a quienes esperan de mí algo material o temporal que les interese, que dicho sea de paso, es un proceso cognitivo más profundo de lo que pensamos, ya que, precisamente lo que necesito no es llamar la atención de los estudiantes de una forma efímera, sino que por el contrario, crear un interés real y perpetuo en ellas y ellos, con el objetivo de realmente lograr un involucramiento activo a nivel cognitivo en el aprendizaje. A raíz de lo anterior, me gustaría comenzar con las palabras de Roxana Pey quien cita a Adriana Fresquet en su libro “Cine y Educación: La Potencia del Gesto Creativo” la cual dice “el cine pone al sujeto en movimiento, en un movimiento que es de elección, de disposición, de ataque, de su mente en estado de alerta, de tal manera que se transforma esa disposición de espectador, de un niño por
ejemplo, que lo transforma al cine en escuela”
Tengo la convicción de ser parte del grupo de docentes que piensa que el aprendizaje contextualizado y propositivo es esencial para el desarrollo personal e intelectual de las y los estudiantes, el poner en jaque a las neuronas y retarlas a tener que movilizar tiempo y recursos para resolver alguna situación, en el mejor de los casos, crear algo inimaginable. En ese sentido, desde mi experiencia pedagógica junto a la reflexión pedagógica con mis colegas, el estudiantado actualmente se encuentra en un estado pasivo-receptivo frente a su realidad (por lo menos en la escuela), lo que me ha generado varios cuestionamientos en torno a la efectividad de mi trabajo, teniendo en cuenta las conversaciones que he tenido con ellos respecto a exponer su opinión frente al tema, a generar preguntas, mostrar si están de acuerdos con algo, si les hace enojar o quieren desesperadamente abrazar a sus familiares, cualquier ápice de humanidad y de organización de conocimiento que no sea funcional al pensar digital/algorítmico basado en la eficiencia, el control y la eficacia que a predominado en en los últimos 10 años las conciencias epistemológicas de los individuos a partir de las “Verdades performativas” de los canales de la era digital, tal como refleja Estela Quintar en su articulo “Conciencia crítica Desafío de época en el enseñar” (2021) quien concluye a partir de esta constante que “Todo esto lleva a consolidar –como tendencia generalizada– a un sujeto social instrumentalizado, subalternizado y descorporalizado que mira a la realidad desde la externalidad y en lógica pragmática y utilitaria.”
Hay un problema con las representar la realidad a partir de materiales audiovisuales, y es que de por sí a esta generación estos medios no representan un agente movilizador al estar constantemente expuestos a pequeños llamados de atención desde lo digital que lo (y nos) mantienen en un limbo de sobre atención de baja calidad la cual no permite una permeabilidad de lo crítico sobre la “realidad”, por lo tanto, utilizar el cine para representar una época histórica a modo de ejemplo no representa un esfuerzo cognitivo mayor que ver un par de reels o tiktoks sobre lo mismo, el problema de la inmediatez y el bucle de atención genera que no haya espacio para digerir lo que hemos visto o hecho, por lo tanto, el cine per se no es un agente movilizador
en tiempos donde lo audiovisual es una constante y no algo maravilloso.
En ese sentido, desde mi perspectiva tenemos 2 opciones para justamente dar tributo al cine como agente movilizador y generador de conciencia crítica, en primera instancia hay que identificar desde qué punto partimos y llegamos con el cine y en segundo lugar, cuál será el medio que utilizaremos para llegar del punto A al B. Cómo abordar el cine desde su apreciación y creación si no sabemos qué queremos, qué puede movilizarnos hacia querer interesarnos en develar una realidad, una verdad que a primera instancia pareciera obvia y que sin embargo, a medida que avanzamos, nunca pareciera aclarar. Desde mi perspectiva una buena respuesta siempre puede surgir de una buena pregunta y precisamente en la “Charla-Taller Infancia y Pedagogía de la pregunta en el escenario escolar” se aborda esa problemática, la cual afecta a gran parte de aulas donde se intercambian hechos y verdades, pero no se tienden a cuestionar, por ejemplo, el otro día en una clase sobre el cambio climático sin sobresaltos, una estudiante de la nada me pregunta ¿porqué siempre nos pasan lo mismo y nunca cambia nada? ¿usted qué hace para cambiar las cosas? el resto de curso asombrado con una aparente “falta de respeto” queda consternado cuando en mi cara se configura una sonrisa de asombro, como un reto que hay que superar, respondí a su pregunta con otra pregunta, al final de la clase, reflexionamos en torno a la importancia de preguntar y cuestionar la realidad que nos rodea para comprenderla, en conclusión, la mejor manera desde mi perspectiva de abordar la realidad de los y las estudiantes con y desde el cine es con preguntas que interpelan su realidad, que cuestionen lo que anteriormente no se habían cuestionado, como dice Walter Kohan “en la escuela siempre te preguntan sobre el futuro y no del presente”, ¿cuál es el punto de partida y de llegada? uno parte cuando se interesa, lo desarrolla y materializa en preguntas, y la verdad el punto de llegada es incierto, ya que a pesar de tenerlo presupuestado siempre te sorprende.
En relación a la segunda idea señalada, cabe destacar que el medio audiovisual es muy recurrente dentro de las aulas para abordar un contenido o realidad, sin embargo, hay una frontera abismal entre la exposición de algo y la intención que se le da a este medio audiovisual de generar un interés, identificación, apropiación y aprendizaje significativo, por ejemplo, la denominada “neuro cinemática” apela precisamente al impacto que tienen diferentes productos audiovisuales sobre las “neuronas espejo” de los estudiantes, la calidad y la intención de lo que exponemos, sumado a la relevancia de la pregunta que comente anteriormente, genera que el cine cuando está bien orientado sea un medio “multidimensional y capaz de afectar nuestra estructura neurofisiológica de varias maneras” y en consecuencia a reconocer desde una perspectiva crítica la realidad. Sin embargo, hay una realidad que es inapelable, el crear siempre va a significar y ser un reto cognitivo que supere la apreciación más sólida, en ese sentido, el “pensar con las manos” significa el medio óptimo para generar interés, preguntarte cosas, interpelar la realidad, intencionar una reflexión, transformar la realidad y llegar a un punto de llegada, de aprendizaje. El mayor problema de este medio es precisamente que el crear significa romper un esquema pasivo frente a la realidad del aprendizaje, sumado a la extraña idea de la rígida especialización de los roles dentro de la sociedad y la baja autoestima en relación a las habilidades artísticas genera un freno desde muchos estudiantes al momento de crear un material audiovisual, sin embargo, con trabajo y aprendizaje ese sesgo se puede mermar dentro de un corto plazo de tiempo, desde la premisa de Margarita Atria “Un artista no es un tipo especial de persona, sino que cada persona es un tipo especial de artista” es posible desarrollar el pensamiento artístico utilizando este medio dentro de las realidades de los y los estudiantes.
Finalmente y a modo de reflexión, quisiera recalcar que la idea de utilizar el cine con intención y preguntas que expongan nuestra realidad y por ende generar aprendizajes significativos, recae en significativo que puede llegar a ser la experiencia artistica-cinematografica para configurar un retrato propio de la realidad, “el cine nos ofrece una ventana y al mismo tiempo una posibilidad de construir una mirada propia”. Fundamental se vuelve promocionar la mirada propia de cada estudiantes si nuestro objetivo es romper la pasividad frente a la realidad, imprescindible se vuelve si realmente queremos sacarle provecho a una herramienta como es el cine para desarrollar la conciencia crítica dentro de la población que logre hacer de la estatico un movimiento y de lo real algo imaginario. Evidentemente esta reflexión está condicionada a una multiplicidad de factores, muchos de los cuales están alineadas con los ejes curriculares, las concepciones educativas tradicionales y las actuales posiciones epistemológicas pasivas de los estudiantes frente a la posibilidad de tener una educación con eje en la “transfiguración” de la realidad y su aprendizaje, con lo que provocaría en consecuencia un desarrollo efectivo de la denominada “conciencia crítica” expuesta por Estela Quinta “desde donde adquiere sentido y significado una categoría como conciencia crítica, que exige estar colocado en el presente desde su especificidad histórica para comprenderla y transformarla. Así, el desplazamiento de una postura epistémica analítica a una crítica hermenéutica como colocación epistémica política y
ángulo de mirada es condición para el despliegue activo de la conciencia crítica en la enseñanza, sino la crítica seguirá siendo enunciativa y/o declarativa desvaneciendo así su fuerza de pensamiento, acción y producción de conocimiento radical y de re-evolución.
Recolocación epistémica que deberá darse, necesariamente, desde donde se originó el pensarnos fuera de nosotros mismos y nuestra historia: desde los procesos formativos.” siendo efectivamente el desafío como persona y docente llevar a cabo esta propuesta y reflexiones con los estudiantes, abordar estas instancias con el objetivo de desarrollar una mejor y efectiva orientación del cine dentro del aula con el objetivo puesto en el aprendizaje y goce del arte, la realidad y uno mismo, finalmente, quiero cerrar esta experiencia-reflexión a través del seminario con una frase que con el tiempo se volvió enormemente significativa, Alicia Vega dice “lo primero, lo fundamental, siempre fue pasarlo bien. Esta gratuidad, tan propia del arte, me parece hasta el día de hoy el mayor atributo de este proyecto que ya lleva muchos años de vida.”