La relación entre cine y escuela ha sido estudiada principalmente como herramienta pedagógica para el aula y fuera de ella, debido al potencial que la imagen despliega como agente mediador de contenidos. Así mismo, es posible presumir que el mayor uso de la imagen como material de apoyo para el aula, se vincula por una parte, con las condiciones materiales, que como consecuencia del desarrollo tecnológico ha posibilitado un mayor acceso a estos dispositivos y por otra parte, con ciertos regímenes de verdad, que la imagen y en especial las imágenes en movimientos, proporcionan a través de su transmisión principios y valores, que son poco cuestionados cuando son exhibidos en una pantalla.
Sin ir muy lejos, un ejemplo de esto, es la serie Héroes, producida por Canal 13 en el 2012, que convocó a distintos realizadores chilenos como; Ricardo Larraín, Cristián Galaz, Gustavo Graef-Marino y Rodrigo Sepúlveda para poner en escena la vida de Prat, O’Higgins, Portales, Manuel Rodríguez, Carrera y Balmaceda, y que hoy se entrega a los establecimientos educacionales, para ser utilizadas como complemento de unidades pedagógicas en la asignatura de comprensión del medio social. Sin lugar a duda, este producto cinematográfico, al igual que muchos otros que llegan a las escuelas, pueden y de hecho son, un modo para desarrollar el interés por el conocimiento de la historia, la literatura, la ciencia, o cualquier otra área del currículo que se valga de estos recursos, para que los niños y jóvenes aprendan alguna materia específica de un modo menos tradicional que la clases frontal. Sin embargo, esta metodología, no tienen relación alguna con el cine como arte, como una actividad orientada y organizada para desarrollar una experiencia estética, por tanto, es importante precisar, de qué hablamos cuando hablamos de cine y escuela.
Afortunadamente, como señala Inés Dussel, en las últimas décadas ha habido un creciente interés por estudiar, sistematizar y trabajar, el cine en la escuela, como una experiencia eminentemente artística, como una opción ética y política, puesto que el cine y su enseñanza, puede instalarse tanto como un dispositivo de transmisión de la cultura oficial, o como un espacio de emancipación y construcción de realidad.
“Hay una creciente literatura que estudia los usos pedagógicos del cine en la escuela y fuera de ella (véase, entre otros Bergala, 2007; Dussel; Gutiérrez, 2006; Pla Valls, 2009; Serra 2011, Teixeira, 2003; Benasay, 2012) y que subrayan los aportes del cine como un trabajo pedagógico transformador, especialmente en la dimensión, de apertura a la alteridad, a lo extranjero que implica el encuentro con el arte (Fresquet 2011).”
Continuando con esta línea argumentativa, es necesario enfatizar también que, desde el punto de vista de la racionalidad, la escuela se privilegia como sustento del saber. La relación entre ver y saber se torna compleja, puesto que nuestra mirada esta mediatizada por lo que conocemos, es decir, como significamos el mundo, pero además porque frente a distintas experiencias visuales, somos capaces de conocer y resignificar lo que sabíamos originalmente, es decir, descubrir nuevos mundos y con ello, nuevas posibilidades de interpretación.
Del párrafo anterior, se desprende que lo visual no puede ser entendido como un mero soporte de contenidos distinto de lo que la visualidad es, sino que desde la experiencia visual como organizadora de relaciones subjetivas, que contiene una epistemología, una política, una ética y por lo mismo hay que enseña a ver y a construir nueva miradas, de lo invisibilizado, de lo abyecto, de lo caótico.
En una sociedad que esta hipervisualizada como plantea Mirzoeff (2003), expuestos permanentemente a estímulos visuales y saturados de imágenes de todo tipo, es contradictorio que experimentemos una gran brecha entre lo que vemos y lo que somos capaces de hacer con esta enorme experiencia visual que hemos adquirido, en este sentido la escolarización del cine, como señala Dussel ( 2006) no debe ser vista como un empobrecimiento de la experiencia estética, sino todo lo contrario, como un espacio donde es posible y es necesario crear nuevas categorías de lo visual.
El proyecto Cero en conducta, se plantea precisamente desde una didáctica, no esquematizada, que define a priori un resultado de la experiencia, ni desde una estética formalista que establece un canon de representación. La experiencia se da entre realizador y espectador en forma directa, sin traducciones ni explicaciones. El ejercicio de ver, en este caso, trozos de películas, solo es introducido por algunos datos de contexto, como nombre del autor y lugar donde fue grabada, permitiendo de este modo, que cada uno de los jóvenes dialogue directamente con la obra, desde sus representaciones e imaginarios. Esta opción por no contaminar los significados se mantiene en todo el visionado, sin dar explicaciones sobre contenido o significados, lo que deben ser elaborado por los jóvenes.
Este principio que se extiende a la acción, a la creación, al acto creativo en el hacer una película, donde la única instrucción es “grabar la luz”. De donde comienzan a emerger, las imágenes de gatos, los patios, el agua, entre tantas otras, ampliando los márgenes de posibilidad para la representación y significación de lo cotidiano, en una atmósfera intimista, que recuerda a la artista Ximena Cristi, que trabaja precisamente lo cotidiano y la luz.
Ahora bien, la experiencia vivenciada se convierte en una experiencia inversa donde son ellos al mismo tiempo artistas, realizadores y observados, completando un relación didáctica perfecta.
Desde luego este proyecto es una primera aproximación al trabajo del cine, en escuela, planteado desde una línea de la pedagogía crítica y situada, que permite desarrollar y consolidar una didáctica, que sin embargo requiere ser estudiada y sistematizada.
Bibliografía:
- Dussel Inés, Uso del cine en la escuela; Una experiencia atravesada por la visualidad, 2014.
- Dussel Inés, Curriculum, humanismo y democracia en la enseñanza media (1863-1920)Facso Buenos Aires
- Gardner Howar. Educación artística y desarrollo humano. Paidos 1995.
- Mirzoeff Nichola, Introducción a la cultura visual, Paidós Barcelona 2003